Por: Jesús de los Ríos, Gerente de Industrias de Primax
La minería es uno de los motores más importantes de la economía peruana. En la última década, este sector ha representado cerca del 10% del PBI y más del 60% de las exportaciones nacionales, lo que la convierte en una actividad clave para el desarrollo del país. Hoy, en un escenario donde la inversión minera proyecta superar los 5,000 millones de dólares al cierre de este año, garantizar operaciones continuas, seguras y eficientes es más que necesario para mantener la competitividad del Perú en la región.
Sin embargo, el abastecimiento energético en minería enfrenta grandes retos. No se trata únicamente de suministrar combustibles o lubricantes, es garantizar que ese insumo llegue a tiempo, con los más altos estándares de seguridad, y con respaldo técnico que dé tranquilidad a clientes y comunidades. La diferencia no la hace solo la cantidad de terminales, sino la calidad y redundancia de las fuentes de suministro: en Primax operamos con cinco fuentes de abastecimiento que atienden la demanda nacional y nos permiten garantizar continuidad aun en escenarios críticos.
El desafío es aún mayor considerando que la transición energética, la presión por reducir emisiones y la necesidad de optimizar recursos obligan a buscar soluciones innovadoras. La digitalización, por ejemplo, se ha convertido en un aliado clave para el sector: herramientas que permiten monitorear consumos, planificar pedidos y optimizar operaciones en tiempo real agregan valor tangible a la gestión de las empresas mineras.
Asimismo, la sostenibilidad ya no puede verse como un aspecto accesorio, sino como un eje transversal a toda la cadena. Desde la eficiencia en el uso de combustibles hasta la implementación de programas sociales y de inclusión, la minería exige proveedores comprometidos con generar valor compartido, no solo con sus clientes sino también con las comunidades donde operan.
En el marco de PERUMIN 2025, encuentro que congregará a los principales actores del sector, será fundamental poner en la agenda estas discusiones: cómo garantizar la seguridad energética en mina, cómo aprovechar la tecnología para optimizar la gestión y cómo avanzar hacia un modelo más sostenible que combine rentabilidad con responsabilidad social y ambiental.
La respuesta debería pasar por una propuesta integral que combine experiencia, tecnología y compromiso con la sostenibilidad. Solo así será posible acompañar a la minería en sus próximos desafíos y contribuir a que el Perú siga consolidándose como un líder minero en la región.